domingo, 6 de junio de 2010

NERÓN, ÍCONO DE LA ROMA ANTIGUA

El más célebre de los emperadores romanos es Nerón. Casi todos consideran que fue un loco. Si te detienes en estas líneas, querido lector, no conocerás verdades históricas pero solamente algo –muy poco– de la fama que lo siguió. Como este artículo no es la obra de un especialista, bastará con recordar que Nerón vivió en el siglo I AD y que hizo varias excentricidades. No es para nada seguro el que él haya incendiado Roma (cf.: http://es.wikipedia.org/wiki/Ner%C3%B3n). Pero al imaginario poco suele importarle la verdad y se queda con lo que comúnmente se cree. Hasta tal punto es esto así que tenemos lo siguiente: “Nero Burning ROM es un popular programa para producir CD y DVD, que funciona en Microsoft Windows y Linux. La compañía responsable de su desarrollo es Nero AG, anteriormente Ahead Software. Nero Express viene gratuitamente con muchos grabadores de discos ópticos.” Y continúa el artículo de la enciclopedia virtual (http://es.wikipedia.org/wiki/Nero_Burning_ROM):
“El nombre del programa pretende ser un juego de palabras.
El proceso de grabar un CD o un DVD es conocido como "quemar".
Teniendo en cuenta que el programa es alemán:
Nero hace referencia a Nerón, el emperador romano del cual se dice que quemó la ciudad de Roma.
Rom hace referencia a Roma. ROM corresponde a "Memoria de solo lectura", como antiguamente eran los CDs (y posteriormente DVDs). Su pronunciación es similar.
El logo del programa es el Coliseo ardiendo. Burning, en inglés.”

También lleva el nombre del emperador el gran detective Nero Wolfe, una creación del escritor estadounidense Rex Scout (1886-1975). “Nero Wolfe pesa cerca de 150 kilos, bebe más de diez litros de cerveza por día (sin que esto le produzca ningún síntoma de ebriedad), y cultiva su pasión por coleccionar orquídeas de incalculabre valor. Es una persona terca y malhumorada, que vive ayudado por su eficiente colaborador Archie Goodwin, su cocinero Fritz y un jardinero. No acostumbra a moverse de su casa y tiene horarios muy limitados para recibir clientes. Sus métodos son estrictos, primarios e incluso algunas veces ilegales o estorbando a la policía, mientras Archie y Saul Panzer (su otro ayudante en casos policiales) buscan pistas, Wolfe se dedica a pensar, en medio de abundantes banquetes y vasos de cerveza” (cf.: http://es.wikipedia.org/wiki/Rex_Stout).

Hay incluso un célebre texto español, el anónimo “Romance que dice Mira Nero de Tarpeya”, que se puede copiar de la Red, en el Centro Virtual Cervantes (http://cvc.cervantes.es/artes/fotografia/esp_roma/introduccion/textos_literarios01.htm).

Mira Nero de Tarpeya
a Roma cómo se ardía;
gritos dan niños y viejos,
y él de nada se dolía.
El grito de las matronas
sobre los cielos subía;
como ovejas sin pastor,
unas a otras corrían;
perdidas, descarriadas,
a las torres se acogían.
Los siete montes romanos
lloro y fuego los hundía;
en el grande Capitolio
suena muy gran vocería;
por el collado Aventino
gran gentío discurría;
van en caballo rotundo,
la gente apenas cabía;
por el rico Coliseo,
gran número se subía.
Lloraban los ditadores
y los cónsules a porfía;
daban voces los tribunos,
los magistrados plañían,
los cuestores se mataban,
los senadores gemían.
Llora la orden ecuestre,
toda la caballería,
por la crueldad de Nero,
que lo ve y toma alegría.
Siete días con sus noches,
la ciudad toda se ardía;
por tierra yacen las casas,
los templos de tallería;
los palacios muy antiguos,
de alabastro y sillería,
por tierra van en ceniza
sus lazos y pedrería.
Las moradas de los dioses
han triste postrimería:
el templo Capitolino
do Júpiter se servía,
el grande templo de Apolo
y el que de Mars se decía,
sus tesoros y riquezas
el fuego los derritía.
Por los carneros y osarios,
la gente se defendía.
De la torre de Mecenas,
mirábala todavía
el ahijado de Claudio,
que a su padre parecía;
el que a Séneca dio muerte,
el que matara a su tía;
el que, antes de nueve meses
que Tiberio se moría,
con prodigios y señales
en este mundo nacía;
el que siguió los cristianos,
el padre de tiranía.
De ver abrasar a Roma
gran deleite recebía,
vestido en sénico traje
decantaba en porfía.
Todos le ruegan que amanse
su crueldad y porfía:
Doriporo se lo ruega,
Esporo la combatía;
a sus pies Rubia se lanza
acepte lo que pedía.
Claudia Augusta se lo ruega;
ruégalelo Mesalina.
Ni lo hace por Popea
ni por su madre Agripina;
no hace caso de Antonia,
que la mayor se decía;
ni de padre tío Claudio
ni de Lípida, su tía.
Aulo Plauco se lo habla,
Rufino se lo pedía;
por Británico ni Trusco
ninguna cuenta hacía.
Los ayos se lo rogaban,
el Tonsor y el que tenía;
a sus pies se tiende Otavia;
esa queja no quería.
Cuanto más todos le ruegan,
él de nadie se dolía.

Tan famoso era que –narra Fray Bartolomé de las Casas en su Brevísima relación de la destruición de las Indias– “estando metiendo a espada los cinco o seis mil hombres en el patio estaba cantando el capitán de los españoles: ‘Mira Nero de Tarpeya / a Roma cómo se ardía. / Gritos dan niños y viejos / y él de nada se dolía.’ ” (cf.: http://www.ciudadseva.com/textos/otros/brevisi.htm). No queremos aburrir con la roca Tarpeya, con Británico, con Octavia y demás datos históricos, pero se ve claramente que el romance español, no muy amante de la brevedad, hace de Nerón un incendiario insensible ante el dolor de los demás; solo era sensible para su peculiar arte “realista”. En todo caso, el autor tenía algo más que un barniz de historia romana. Solo quiero detenerme en la castellanización “Nero”, que aquí leemos. No es la habitual hoy para los nombres latinos de ese tipo. Quienes han estudiado latín, saben que Nero,onis es como Cato,onis, ‘Catón’, y Varro,onis, ‘Varrón’; o como Pero,onis, ‘Perón’, según castellanizó Oscar Conde en su versión latina de la “Marcha peronista” (no transcribo el correspondiente pasaje, para no lesionar su derecho de autor).

Pero vayamos un poco al mundo de la publicidad. Hay un vino argentino que se llama NERÓN. Supongo que es de precio popular, porque viene en envase Tetra Brik. Sobre un fondo de uvas, un círculo encierra una reproducción de la cabeza marmórea de nuestro César. Lo rodea la inscripción “VINO TINTO – red wine”, repetida tres veces. Ignoro por qué está también bilingüe: quizás acate el standard de calidad que exige la exportación. En todo caso, la buena mesa está asociada al nombre del romano más famoso. Otro tanto hace el restaurante Nerón (Juncal 2479, Ciudad de Buenos Aires).

Pero no solo está el placer de la comida, pues AQUA (sic) DE NERON (sic) es un establecimiento que organiza “Fiestas Partner” (no sé con precisión el significado). En la misma tarjeta se lee que allí están “los shows más eróticos de Bs. As.”; y que es “an exclusive place for a (sic) heavenly moments in exquisite company”. Tal vez la bella señorita escasa de ropas que engalana el cartón invita de modo especial a turistas extranjeros. A pesar de que queda en Santa Fé (sic) 1130, a cuatro calles de mi casa, confieso que nunca entré a ese angélico local para proseguir mis investigaciones.

Pero mi amor por los años ’60 me lleva a citar una nota que escribí hace tiempo: “El latín del Club del Clan” (en: Ludus, nº 4. Buenos Aires, jul. 1995). Debo rectificar mi error, porque debí haber escrito “de El Club del Clan”, porque el artículo forma parte del nombre (http://www.violetarivas.com.ar/cc-el%20club%20del%20clan%201.htm). Pero lo que importa es que en esa época “el cantante italiano Gianni Morandi hizo famoso Che me ne faccio del latino?, tema de Marchesi, Bereta y Bertolazzi.” Así escribía entonces. En esa canción no se nombra a Nerón, pero cito una parte de la versión castellana, que fue hecha por Ben Molar y cantaron Violeta Rivas y también Ricardo Roda:

En tiempos de Nerón
era la moda dar latín.
Hoy Chubby Checker con el twist
otro incendio provocó.

Vuelvo a citar lo que entonces escribí: “Ben Molar hizo bien y no fue incisivo en la traducción: eliminó otros romanos ilustres y puso al paradigmático Nerón (a quien es dudoso que se le pueda atribuir el célebre incendio).” Y esto me sirve como conclusión de estas líneas. En efecto quizás otros tiempos y lugares ponderaban a Augusto o a Trajano. Pero en el hombre común, sin estudios específicos, Nerón ha quedado como símbolo. Quizás no fue tan loco y no fue loco todo el tiempo, pero eso poco importa. No es mi tarea decirle al pueblo lo que debe imaginar sino, humildemente, ilustrar con vanas voces su imaginario. Además Nerón admiraba mucho la cultura griega; por eso está bien que digamos que fue un ícono de la Ciudad Eterna.

Radulfus