domingo, 21 de febrero de 2010

HORACIO EN HOLANDA

La bella ciudad holandesa de Maastricht está edificada sobre la población llamada Traiectum. Para decirlo más completo, sobre Mosae Traiectum; es decir, sobre ‘Pasaje del Mosa.’ En efecto los romanos hicieron una calzada que salía de la ciudad de los Tungri (Tongeren, en la Bélgica actual) y pasaba por esa urbe del río Mosa. Pero vayamos a tiempos más recientes. El santo patrono de Maastricht es San Servacio. A él está dedicada una extraordinaria basílica, que alberga tesoros artísticos numerosos y notables. La visité a principios de 2010 y quedé maravillado. No me ocupo ahora sobre Servacio y su templo de Maastricht, porque ello supera con mucho mis pobres conocimientos, pero me detengo en una inscripción latina.

Me refiero a la que se halla en la tumba de “Herman Frederik, Count van den Bergh” (ob. 1669), cuyo texto copié allí mismo y ahora transcribo modificando la puntuación:

Quisquis ades, qui morte cades, sta respice sortem:
te, nosti certo, talia fata manent;
rex, princeps, judex, dominus, servus, miser, aeger,
sis quicumque velis, pulvis et umbra sumus.

‘Tú que estás aquí y has de caer, detente y mira
tu suerte. Sabes bien que tal destino te aguarda.
Rey, príncipe, juez, señor, siervo, pobre, enfermo
o todo lo que quieras ser: somos polvo y sombra.

Una foto del monumento se halla en la guía: Maastricht; Basilica of St Servatius, texto del P. Sigismund Tagage y trad. inglesa de Katherine Vanovitch (3. ed. Regensburg, Schell & Steiner, 2007, p. 13). Las ideas de este bello epitafio son comunes en la epigramática funeraria: el poeta aconseja al lector meditar en la suerte común de los mortales todos. En efecto el destino así lo dispuso, no importa si eres rey o mendigo. No amontonaré citas, pues los lectores conocen los antecedentes literarios. Nada más subrayo el final, que es cita directa de Horacio: pulvis et umbra sumus (Odas, 4, 7, 16). Como vemos, se hace una lectura cristiana del poeta romano.

Raúl Lavalle