domingo, 17 de mayo de 2009

A NUEVOS DISCÍPULOS DE LATÍN

Martin Freundorfer es un poeta latino actual. Nació y vive en Austria y usa el nombre literario Martinus Zythophilus (el apellido romano significa ‘amante de la cerveza’). Enseña latín en su patria y, próximo ya a comenzar un nuevo curso anual, envió a algunos de sus amigos este poema.

Vos, quibus est, pueri, discenda Latina, saluto,
lingua, et, uti uobis fiat amica, rogo.
Hunc docuit populos sermonem Roma subactos,
nam ferrum fuerant uerba secuta ferum.
Hunc patrium loquitur sermonem Europa superba,
Romae cum ruerint moenia celsa diu.
Noscite Romanos et magnam noscite Romam
et quidquid cecinit Musa Latina uiris.
Omnia deposito monstrabunt scripta timore :
pergite, inite nouam me comitante uiam.

[Os saludo, discípulos que aprendéis la lengua
latina, y os ruego que sea ella vuestra amiga;
ella, que fue enseñada por Roma a los pueblos
sometidos, pues las palabras siguieron al duro
hierro. La soberbia Europa la habla como lengua
propia, aunque hace tiempo los muros de Roma
cayeron. Conoced a los romanos y a la excelsa
Roma y cuanto cantó la Musa latina a sus varones.
Todo esto mostrarán los escritos, si dejáis el temor.
¡Adelante! Os acompañaré en este nuevo camino.]

Todos, antes de empezar cualquier año académico, nos preguntamos cómo serán nuestros alumnos, cuáles dificultades enfrentaremos… Aquí Martin se dirige a discípulos a quienes no conoce (y que naturalmente no podrán entender al principio sus versos), a los que enseñará cosas no sencillas. Hoy parece que esto es más difícil que nunca, pero es bueno tener una mirada positiva: hablar de lo que conseguiremos, no solo de cuánto esfuerzo nos demandará algo. Por eso el deseo de que ellos se amiguen, que empiecen desde el inicio a amar la lengua de Roma. Motivos para ello: varios, pero nuestro poeta da algunos. Es la lengua de un antiguo imperio, pero es superadora del mismo. En efecto aunque los muros de la antigua Urbe cayeron (solo una parte, con gran esfuerzo reconstruida, se conserva hoy), aunque solo hay reliquias materiales de su fasto lejano, su lengua es señora de Europa y de sus hijos, esparcidos (‘sembrados’, diríamos en griego) por toda la tierra. La gran tarea del maestro de la lengua del Lacio, la cual es instrumento básico para el conocimiento de la ‘soberbia’ civilización europea, es la de ser como un Hermes, un psicopompo, guía de las almas. Nunca nos libramos del todo del temor, pero podemos animarnos a emprender un camino fecundo.

Raúl Lavalle